58 DESTINO UN DESCUBRIMIENTO MEDIEVAL Sólo al cruzar el pórtico del siglo XI, el único acceso a la villa amurallada, el turista primerizo se adentra en un escenario completamente medieval. El recorrido por sus calles empedradas lo llevará a los lugares más emblemáticos, como la Plaza Mayor, considerada una de las más bonitas de España. Nadie la diseñó, y quizás es ese trazado irregular y espontáneo formado a lo largo de los siglos, a retazos, con las casas porticadas frente a la iglesia, son lo que la convierte en uno de los lugares más fotogénicos. Encima de la Puerta de la Villa se encuentra la antigua cárcel, perfectamente conservada y convertida hoy en museo. Un viaje a los tiempos más oscuros de la Inquisición que merece la pena no perderse. La Iglesia de San Juan Bautista, con su torre mudéjar, se alza como testigo de siglos de historia. Avanzando por la Calle Mayor, el Castillo de Pedraza aparece en el horizonte. Más que una fortaleza, es un mirador hacia las tierras de Castilla y alberga una colección dedicada al pintor Ignacio Zuloaga. Un lugar que esconde muchas historias tras sus muros. El paseo por la muralla completa la experiencia: caminar por sus límites naturales, asomarse a los miradores y descubrir las vistas del entorno natural. La conservación de Pedraza no es fruto del azar. Uno de los grandes responsables fue Paco Muñoz, interiorista y maestro del diseño y vecino ilustre, que en los años 80 y 90 lideró, junto a su mujer Sabine Dèroulède, un proceso ejemplar de rehabilitación. Restauró viviendas, e impulsó el modelo de conservación. Tan cuidado es su conjunto arquitectónico que ha servido como escenario de películas y campañas publicitarias. Ambos impulsaron de una tradición artesanal que aún guarda: Estaños de Pedraza, el último taller de estaño del pueblo, un lugar que reivindica la tradición y el producto hecho a mano. AMEDIEVAL DISCOVERY Stepping through the 19th century gates, the only way into the walled town, first time visitors are taken aback entering this completely medieval scene. A wander along the cobbled streets takes you past the most iconic spots, such as the Plaza Mayor, considered one of the most beautiful squares in Spain. Nobody is responsible for the design, and the irregular patchwork layout spontaneously created over the centuries with porticoed houses opposite the church might be what makes it so photogenic. Above the gateway into the village is the perfectly-conserved former jail, now a museum. It is a trip back to the darkest times of the Inquisition and is not to be missed. St John the Baptist’s church, with its Mudejar tower stands witness to the centuries of history. Continuing along Calle Mayor, Pedraza Castle looms into view. Rather than a fort, it is a watchtower over the lands of Castilla and is home to a collection of paintings by Ignacio Zuloaga. It is a place whose walls hide many stories. A walk along the walls completes the experience: a stroll around the outer boundaries, peeping out from the vantage points and discovering the views of the natural landscape beyond. The conservation of Pedraza has not taken place by chance. One of those responsible for it was Paco Muñoz, an interior designer and master of design, who was in charge of this exemplary renovation programme in the 80s and 90s, alongside his wife, Sabine Dèroulède. He restored homes and promoted the conservation model. The architecture is so well preserved that it has been used as the set of films and marketing campaigns. Both were also behind an ongoing artisanal tradition, namely Pedraza Bronze, the last bronze workshop in the village, a place that stands for tradition and handmade products.
RkJQdWJsaXNoZXIy NjQ1OTY=